domingo, 3 de enero de 2010

Opinión. ¿SE AVECINA EL FIN DEL LIDERAGO POLÍTICO, ECONÓMICO Y MILITAR DE E.U? ¿SE INAUGURARÁ, ASÍ, UN NUEVO ORDEN GEOPOLÍTICO GLOBAL?


¿SE AVECINA EL FIN DEL LIDERAZGO POLÍTICO, ECONÓMICO Y MILITAR DE E.U? ¿SE INAUGURARÁ, ASÍ, UN NUEVO ORDEN GEOPOLÍTICO GLOBAL?


Inseguridad, desunión y rivalidades geoestratégicas hoy
“…todo nuevo orden va precedido de un desorden,
el desmantelamiento de lo viejo para que lo nuevo pueda nacer”.
-Ramón Tamamés.

Una de las preguntas que los estudiosos de la política internacional se están haciendo en la actualidad tras la crisis económica estadounidense, la recesión financiera mundial, el poder creciente de China y la belicosidad de Irán, entre otros factores es ¿cuánto tiempo más habrá de continuar el liderazgo norteamericano (inaugurado en 1989 tras el derrumbe de la URSS y el colapso del comunismo)?
Una brevísima retrospectiva del comportamiento de los distintos sistemas u “órdenes internacionales”, desde el siglo XVI hasta el XX, nos permite prever que el régimen "unipolar" actual no duraría mucho tiempo; históricamente es un proceso cíclico. Estamos por pasar, más bien, a un esquema "multipolar".

Entendido el “sistema” como el conjunto de órganos que, independientes pero interrelacionados entre sí, funcionan simultáneamente para lograr determinado objetivo, Henry Kissinger (en su libro La Diplomacia) cita cuatro grandes “ordenes mundiales” desde 1648 hasta 1989, y que se identifican con la firma de grandes acuerdos de paz, o bien, con la realización de importantes reuniones cumbres. Así, podemos enlistar los siguientes: a) los Tratados de Westfalia (1648), b) el Congreso de Viena (1814-1815), c) la Conferencia de Yalta (1945), y d) la Cumbre de Malta (1989).

Pero lo relevante de estos Sistemas es el análisis que se desprende de su origen, naturaleza y conclusión. Todos y cada uno de estos siguen un proceso lógico que nos ayudará a ubicar mejor el momento crucial en el que nos encontramos.

En efecto, en cuanto a su nacimiento, la característica primordial es que dicho Sistema inicia con el surgimiento de una nueva potencia en el escenario, por encima de las demás, con base en su capacidad política, económica-comercial y militar. Pero en casi todos los casos históricos, como acontece actualmente, el uso de la fuerza ha sido el medio más común por el cual una nación ha instaurado su poderío.

Como ejemplos de potencias emergentes y expansionistas tuvimos los siguientes:

-A Francia y el imperio napoleónico (que va desde mediados del siglo XVII hasta principios del XIX);
-el imperio Otomano y de Habsburgo (que inician a fines del siglo XVII y se extienden hasta comienzos del XX);
-el imperio británico (de casi mediados del siglo XIX al primer lustro del XX);
-el imperio alemán (de mediados del XIX hasta la Primera Guerra Mundial);
-la expansión de la URSS (entre 1945 y 1991) frente a los Estados Unidos en el marco de la Guerra Fría, y, más recientemente, el liderazgo norteamericano tras su “victoria” sobre el comunismo (1989), Irak (1991, 2003), Afganistán (2002), y la expansión de la OTAN (1997 y 2002), en la era de la globalización.
Así podríamos citar más casos como el dominio egipcio, babilónico, persa, romano, bizantino en la antigüedad, o español, en la Edad Media.

Con respecto a su naturaleza, toda potencia buscará extender su influencia y control político, comercial, militar (e incluso cultural) más allá de sus fronteras, con la anuencia o no de los Estados o pueblos de menor tamaño que le rodean. El modus vivendi francés, por ejemplo, permeó en la sociedad europea del siglo XVIII y XIX, y hasta en algunas colonias y jóvenes repúblicas del continente americano. Concluida la Segunda Guerra Mundial, la ex URSS buscó implantar violentamente su ideología comunista y áreas de influencia, y lo conseguiría al menos en la mitad de los países del planeta (80’s). De igual modo, la creación de la ONU, a iniciativa de EU, es otra muestra de cómo esta y otras potencias establecen sus propias reglas del juego.

Sobre la culminación del orden mundial, Peter J. Taylor observa que toda potencia cumple un “ciclo hegemónico”, es decir, que ésta también llega a su ocaso (como dijo ya Raymond Aron en su clásica obra Auge y caída de las grandes potencias). Diversas razones pueden explicarlo –como el propio desgaste del poder, sus propias “contradicciones internas” y su deterioro moral--, pero entre esos catalizadores tenemos el surgimiento de otra potencia, más vigorosa que la que le antecedió. De este modo, con el derrumbe y ascenso de una potencia, concluye y principia para los especialistas un nuevo “Sistema” u Orden Mundial.
Respecto al propio deterioro moral de una potencia, el ex consejero de Seguridad Nacional de James Carter, Zbigniew Brzezinski, advirtió hace más de una década en su obra "Out of Control" que la nación estadunidense corre el riesgo de disolverse por su propia inmoralidad socio-cultural (1). Esto fue igualmente el principio del fin, recordemos, de la sociedad e imperio romanos en la antigüedad.

Sin embargo, en referencia a la duración de estos 4 ordenes geopolíticos internacionales, y para responder a la pregunta que nos hacíamos sobre cuánto tiempo más podrá durar la hegemonía norteamericana, observamos que el periodo de existencia de cada potencia ha ido disminuyendo con el tiempo: desde la paz de Westfalia, hasta el Congreso de Viena, transcurrieron 150 años; de Viena a la Conferencia de Yalta, pasaron 100 años, y de ésta a la cumbre de Malta, hubo 45. En otras palabras, bajo esta tendencia y consideración, el predominio de EU –que inició en Malta y se proyecta actualmente hasta la segunda intervención armada contra Irak (14 años)--, podría verse sacudido, disminuido y concluido en la segunda década del siglo XXI. ¿Por qué? Por varios factores:

1) El terrorismo. La contienda en el Golfo Pérsico, la invasión de Afganistán y de Irak bajo las amenazas al artificial status quo democrático dirigido por Occidente, ha incomodado al “mundo árabe”, azuzó el fundamentalismo musulmán en Medio Oriente, alteró sensiblemente el tablero geopolítico eurasiático, y suscitó el rencor y temor de Irán, Siria y Libia –como patrocinadores del "terrorismo internacional". Esto, y el actual clima de paranoia en la sociedad estadounidense ante la posibilidad de un ataque terrorista y la sensación de vulnerabilidad de su seguridad interna (motivada o no por la factibilidad de un nuevo y mortífero ataque terrorista de Al Qaeda), cuestiona el rol protagónico de E.U. logrado hasta hoy.
2) División en la alianza. El “eje París-Berlín-Rusia” hace un lustro fracturó la aparentemente “indestructible” unidad de la Alianza Atlántica, dividió por vez primera a la OTAN y se menguó el consenso del G-8. Rusia, sin Putin en el mando de facto, mantiene aún su hambre geoestratégica por Eurasia.
3) La debacle de la ONU. El enésimo fracaso diplomático de la ONU en su esfuerzo por evitar la guerra en el Pérsico, así como su papel secundario (o terciario) en el nuevo mapa geopolítico de Oriente Medio (que puso nuevamente en entredicho su viabilidad tras sus 60 años de existencia), confirmó su caducidad (ya ni siquiera su largamente planteada "urgencia de reestructuración").
4) Los rivales geopolíticos. El irrefrenable ascenso económico de China, las amenazas bélicas de Corea del Norte, las prubas nucleares de Irán, las crisis políticas y económicas latinoamericanas y el crimen organizado internacional. El mismo Brzezinski -hoy consejero del importante Center for Strategic and International Studies- señaló con mucha antelación que China podría buscar en el futuro próximo una alianza geoestratégica con Irán y Rusia.

Todos estos sucesos constituyen algunos de los retos más formidables que tendrá que enfrentar el nuevo gobierno de Barack Obama y el actual establishment estadounidense. De ello dependerá, sin duda, la continuidad de su unipolaridad o su próxima conclusión en el futuro. El anuncio y gestación en 2003, por cierto, de un “renovado Sistema Internacional” (como ocurrió en 1991 en el famoso discurso de George Bush) se colapsó con la crisis financiera internacional.

Ante la frase “Todo imperio perecerá” (obra de Duroselle) que como forma de "axioma" podría servirnos de presagio (el fin de Estaos Unidos como "supor potencia mundial"), otra pregunta igualmente interesante que podemos hacernos es ¿cuál será la nueva potencia que reestructurará y dirigirá ese nuevo orden geopolítico mundial si, para Brzezinski sólo E.U. puede garantizar su viabilidad? (2)

Notas:
(1) Zbigniew Brzezinski, Fuera de Control: Confusión mundial en vísperas del siglo XXI, Lasser Press Mexicana, 1993.
(2) "Un mundo sin la primacía de los Estados Unidos será un mundo con más violencia y desorden y menos democracia y menos crecimiento económico... La sostenida primacía internacional de los Estados Unidos es central para la salud y seguridad de los norteamericanos y para el futuro de la libertad, democracia, economías abiertas y el orden internacional en el mundo". Zbigniew Brzezinski, The Grand Chessboard: American Primacy and its Geoestrategic Imperatives, Bassic Books, New York, N.Y., 1997, p. 31.


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